• Debemos comprometernos con la educación emocional en la escuela
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Madrid

 

El Encuentro Eduemoción, organizado por los Colegios Zola, se consolida y celebra su III Edición centrada en la implantación de la Inteligencia Emocional en las aulas. El evento se celebra el próximo viernes 22 de marzo en CaixaForum (Madrid) entre las 9h30 y 14h00. Es una oportunidad única para conocer de la mano de expertos de distintos centros cómo la Inteligencia Emocional en las aulas está cambiando a los alumnos de nuestro país. Carmen Loureiro es psicóloga clínica y especializada en educación emocional y social. Es directora en Verbalia y responsable de formación internacional del Programa educativo «Imocli Emotional Learning».

¿En qué punto se encuentra la inteligencia emocional en las escuelas hoy en día?

Cada vez hay más escuelas en nuestro país que incorporan algún tipo de formación para sus docentes, alumnos y familias que está relacionada, de forma directa o indirecta, con el desarrollo de la inteligencia emocional. El problema es que la mayoría de estas formaciones suelen ser de corta duración o bien no involucran a toda la comunidad educativa. El desarrollo emocional o la consideración de los sentimientos de los niños, niñas y jóvenes sigue siendo, en la mayoría de las escuelas españolas, un asunto secundario.

¿Consideras que se le da la suficiente importancia?

Pienso que no. Creo que algo muy valioso es que haya calado el mensaje de que educar las emociones es algo esencial para lograr el tan deseado desarrollo integral de las personas. Se ha extendido el discurso de que es necesario desarrollar competencias emocionales y sociales para poder progresar con éxito en la vida y mantener mejores relaciones y bienestar. Pero todavía no hemos pasado de ese discurso compartido a las acciones coordinadas para practicarlo suficientemente. Esto no debe desesperanzarnos porque se trata de una transformación muy profunda en la educación y estamos empezando a dejar atrás, desde hace muy poco, a una escuela que se ha centrado en los conocimientos «académicos» y en construir personas principalmente «obedientes» con poca o ninguna participación y cuyos sentimientos importaban poco. Por tanto, estamos en plena transición. El día en que la educación emocional esté presente de manera importante (no de soslayo) en todas las carreras de magisterio de todas las universidades españolas, esté integrada de forma más clara y explícita en el plan de estudios de todos los niveles educativos y padres y madres comprendan que su papel en ese desarrollo es básico, ese día le estaremos dando la suficiente importancia.

¿Cómo se debe tratar la inteligencia emocional en el colegio?

Creo que hay tres aspectos que son claves en el tratamiento:

El primero, debemos comprometernos con la educación emocional en la escuela. Ello implica, antes que nada, dedicar varios encuentros a reflexionar juntos (familias y escuela) acerca de la necesidad de un cambio y en qué dirección, qué aspectos son prioritarios tratar desde un punto de vista emocional y social y de qué manera vamos a colaborar en el tiempo. De qué forma vamos a aunar la satisfacción de las necesidades emocionales básicas de nuestros hijos con los grandes retos que tenemos como sociedad y cómo la educación emocional en la escuela nos puede ayudar a conseguirlo.

El segundo, es concebir la educación emocional no como un mero conjunto de actividades aisladas de las actividades y relaciones diarias en la escuela. La IE no se aprende en talleres, ni siquiera en una asignatura, sino a través de un cambio en los hábitos y en las relaciones entre el docente y sus alumnos, entre compañeros, y entre padres, madres e hijos. Y ese cambio debe afectar principalmente al comportamiento de los docentes y de las familias.

El tercero, tiene que ver con la necesidad de estar conectados emocionalmente y poder dialogar y reflexionar juntos sobre todo aquello que es importante para los niños. Pero eso es muy difícil en una escuela que tiene prisa por cumplir con el temario y cuyos docentes, aunque hacen lo que humanamente pueden, no alcanzan a tener una conciencia emocional de cada alumno/a y de todos los grupos con los que trabajan. Y aquí es donde la tecnología debería ayudarnos, a ser conscientes de lo que sentimos, a compartirlo y aprender de ello. Contamos en España con un programa pionero de educación emocional, Imocli, que se apoya en el uso de la tecnología para ayudar a los docentes y a los propios alumnos a considerar los sentimientos y a hacer un uso de esa información por la mejora del propio progreso individual y del grupo. Imocli es el resultado de la participación de varios profesionales especializados de distintos países y del apoyo del Ministerio de Educación de Finlandia, país donde se inició su diseño. En la actualidad se está estudiando su aplicación y validez a cargo de varios psicólogos del equipo Inexe de la Facultad de Psicología de la UAM, así que en breve podremos conocer el alcance de su ayuda, que promete ser grande basándonos en las primeras experiencias piloto que hemos tenido. La tecnología no sólo puede ayudarnos a manejar la complejidad emocional en el aula, actuando como una suerte de memoria emocional individual y colectiva, sino que el uso de la misma por el alumnado con ese objetivo, es una forma de aprender a hacer un uso bien saludable de la misma.

¿Deben tener los profesores una formación específica en esta materia?

Sin duda, es esencial y una de las claves. Pero creo que es preciso comprender que esa formación es continua y debe basarse en ser conscientes y reflexionar sobre la práctica diaria con sus alumnos para ir haciendo mejoras y ajustes a las necesidades que van surgiendo. Por lo tanto, el entrenamiento del docente debe incluir ese tipo de autogestión. Y también es esencial contemplar ese entrenamiento no sólo a nivel individual sino a nivel de equipo docente. Es necesaria una coherencia en todos los niveles de la escuela. La inteligencia emocional debe aplicarse en las reuniones de todos los equipos que componen la escuela. Con la colaboración entre docentes y equipo directivo se pueden transformar las cosas.

¿Qué papel cree que tiene la inteligencia emocional en el futuro a nivel laboral?

Me gusta más hablar de educación emocional por el alcance del término. La educación emocional es la garantía de lograr un progreso como seres humanos que no ponga en riesgo nuestras relaciones familiares, nuestra salud, la sostenibilidad del planeta o el cuidado y solidaridad hacia otros. Y en concreto, la inteligencia emocional en el trabajo tiene una estrecha relación con la ética y, por tanto, es una forma de relacionar los avances técnicos y económicos asegurando la satisfacción de las necesidades psicológicas y derechos de las personas.

Cada vez son más las empresas que en una entrevista de trabajo analizan la inteligencia emocional de una persona, ¿cree que una entrevista es suficiente para evaluarla?

La inteligencia emocional se revela a través del modo de relacionarnos con los demás y con uno mismo, especialmente en situaciones emocionalmente significativas. Por lo que en una entrevista normal sólo tendríamos un reflejo de las habilidades de la persona en ese contexto y en relación a un objetivo muy determinado. Sería muy importante, entre otras cosas, conocer la capacidad de la persona para saber combinar los aspectos técnicos con el cuidado de las personas (y de sí mismo/a); su capacidad para atender, integrar y considerar los aspectos tanto cognitivos como emocionales de los asuntos a tratar, así como su capacidad para reflexionar sobre los procesos individuales y grupales e introducir variaciones sobre la marcha en un trabajo, sabiendo colaborar y trabajar con autonomía al mismo tiempo.

¿La inteligencia emocional tiene que ver con la edad o con el género de las personas?

Tiene mucho que ver con la edad porque cumplir años implica experiencias y desarrollo de funciones cerebrales que son básicas para poder comprender y manejar las emociones. La IE se puede desarrollar a lo largo de toda la vida. Tiene menos que ver con el género, a pesar de que algunos estudios apoyan la idea de que las mujeres tienen más empatía o facilidad para expresar sus emociones. Sin embargo, hay suficiente apoyo científico que demuestra que la educación y el tipo de profesión son determinantes. Por ejemplo, los hombres que desarrollan trabajos que dependen de esta habilidad muestran las mismas capacidades. Todos y todas podemos aprender, aunque una limitación principal para ambos géneros se encuentra en el tipo de relaciones familiares, en cómo los familiares han respondido durante la infancia a nuestras necesidades de afecto, de apoyo y de diálogo. Los niños y niñas maltratados, ya sea por abandono afectivo o por violencia, tienen muchas más dificultades para desarrollar habilidades emocionales.

Para recibir más información de imocli llamar al teléfono o whatsapp (0034)679636753